HISTORIA DE UN SUEÑO CUMPLIDO

Nuestro patrocinado, Julien Mizrachi, cumplío su sueño de cruzar el océano solo, a borde de un pequeño barco de 6 metros y medio, y el sábado 18 de noviembre de 2017 llegó a la Isla de Martinica, quedando en el puesto 25 de los 81 participantes, y poniendo fin así a una regata extrema y a los que han sido los dos años más intensos de su vida.

Las dos etapas de la Mini Transat han sido para Julien dos experiencias completamente distintas.

La primera etapa partía de La Rochelle, en Francia, con dirección a Las Palmas de Gran Canaria. En esta primera etapa tuvo condiciones bastante duras ya desde la salida, y la tercera noche tuvo la mala suerte de que se le rompiera el mástil a las 4 de la mañana. Gran catástrofe. Pensó que la aventura, que tantos esfuerzos y sacrificios le había supuesto en los últimos dos años, se acababa a tan sólo 3 días después de empezarla. Pasó el día siguiente entero navegando como pudo, con el mástil roto y apenas sin velas, pero a las 10 de la noche conseguió llegar al puerto de La Coruña. Desde la salida de La Rochelle hasta ese momento, no había tenido la oportunidad de hablar con nadie, ya que el reglamento de la Mini Transat prohíbe cualquier contacto con tierra. Al llegar al puerto descubrió, para su sorpresa, que un grupo de amigos estaban moviendo cielo y tierra para encontrar un mástil del mismo modelo que su barco y, si lo encontraban, se lo llevarían a La Coruña desde Bretaña. Si salía antes de las 72 horas autorizadas por el reglamento, podría seguir compitiendo y no sería descalificado. Tres días más tarde, y gracias a la increíble movilización de todos ellos, consiguió volver a zarpar, justo a tiempo, para llegar a Gran Canaria y unirse al resto de la flota. 

Ocho días más tarde llegó a Las Palmas a las 6 de la mañana y todo el mundo lo estaba esperando para celebrar su llegada. Era el último en llegar pero, tras la hazaña del mástil, fue acogido como un héroe. Nos cuenta que fue un momento super emocionante y especial para él.

La segunda etapa sería más larga, daría el gran salto y cruzaría el Atlántico. Durante la travesía desde Las Palmas hasta la caribeña isla de Martinica tuvo condiciones ideales, así que fueron 17 días de puro placer navegando. Sólo las noches se presentaron más complicadas en la segunda parte de la etapa. Eran noches muy oscuras, con condiciones meteorológicas muy inestables y variaciones bruscas de viento, lo que requería especial atención y por lo que le era complicado dormir por la noche y tuvo que acostumbrarse a hacerlo por el día. Desde las islas de Cabo Verde hasta Martinica no vió tierra en ningún momento: 12 días de sólo mar.

Cuando por fin avistó la isla de Martinica fue un momento de mucha emoción. Unas horas más tarde, al llegar al puerto, tuvo la enorme sorpresa de ver que un gran grupo de personas lo esperaba. Después de 17 días de soledad en el mar, ese momento lo llenó de ilusión.

Julien también nos cuenta, que esta experiencia lo ha marcado y cambiado para el resto de su vida. No sólo por toda la inversión personal que ha sido necesaria, sino por los momentos y emociones tan fuertes que ha vivido durante toda la travesía y los dos años previos de preparación, necesarios para calificarse y poder competir. Por supuesto, esta aventura ha sido posible gracias a sus patrocinadores, a la asociación Unapei, y a toda la gente que lo ha estado ayudando y acompañando a lo largo de este gran proyecto. Iba sólo a bordo, pero sentía que era una aventura en común, con un equipo maravilloso liderado por su familia.